Lucio Fontana incide en una línea de investigación que busca una nueva definición espacial para el medio pictórico, desarrollada por medio de la desmaterialización de la obra.
Fontana propone la abolición del espacio ilusorio y su sustitución por el espacio real, unos principios que desarrolla en su teoría del Espacialismo, publicada a partir del Manifiesto blanco de 1946. Su teoría se materializa en estos «conceptos espaciales», constituidos por obras monocromáticas, alteradas a base de buchi y tagli (agujeros y cortes), rasgaduras que insertan en la propia obra un espacio real y envolvente del que el espectador llega a formar parte.
Asimismo, la obra se centra en el material (lienzo en este caso) como un elemento inerte sin capacidad comunicativa por sí mismo, pero con el potencial de erigirse en indagación conceptual. Por otro lado, la propuesta de Fontana trasciende la categoría tradicional de la pintura y su diferenciación de la escultura desde una obra cuya naturaleza se prolonga más allá del objeto y plantea la contradicción entre serialidad y gesto individual, una propuesta que preconiza las nuevas prácticas artísticas que se desarrollan a partir de la década de 1960.
Fontana propone la abolición del espacio ilusorio y su sustitución por el espacio real, unos principios que desarrolla en su teoría del Espacialismo, publicada a partir del Manifiesto blanco de 1946. Su teoría se materializa en estos «conceptos espaciales», constituidos por obras monocromáticas, alteradas a base de buchi y tagli (agujeros y cortes), rasgaduras que insertan en la propia obra un espacio real y envolvente del que el espectador llega a formar parte.
Asimismo, la obra se centra en el material (lienzo en este caso) como un elemento inerte sin capacidad comunicativa por sí mismo, pero con el potencial de erigirse en indagación conceptual. Por otro lado, la propuesta de Fontana trasciende la categoría tradicional de la pintura y su diferenciación de la escultura desde una obra cuya naturaleza se prolonga más allá del objeto y plantea la contradicción entre serialidad y gesto individual, una propuesta que preconiza las nuevas prácticas artísticas que se desarrollan a partir de la década de 1960.